En este artículo vamos a hablar acerca de cómo desde mediados del siglo pasado se comenzaron a realizar las primeras pruebas y experimentos con lágrimas artificiales, hasta la comercialización de los primeros colirios y también algunos datos curiosos de la historia de las lágrimas artificiales.

Comienzos
La historia moderna de las lágrimas artificiales se remonta al uso y aplicación de suero fisiológico isotónico en la superficie ocular, algo con lo que se conseguía un rápido alivio de los síntomas pero a un plazo extremadamente corto, ya que debido a su composición tan básica no permanecían demasiado tiempo en el ojo.
Este problema se intentó paliar mediante el uso de espesantes, pero se llegó a la conclusión de que afectaban a la correcta visión, provocando visión borrosa durante largos periodos de tiempo.
Años 60
Durante la década de los 60 se comenzó a usar el alcohol polivinílico, que debido a su baja viscosidad conseguía no producir visión borrosa en los pacientes. Este polímero sintético es inodoro y no tóxico y además ha resultado un buen lubricante para el tratamiento del ojo seco.
Más adelante se descubrió que la permanencia sobre la película lagrimal era algo insuficiente, aunque resultó ser un gran componente para la lubricación y mantenimiento de las lentes de contacto, ya que impedía que se acumularan depósitos sobre las lentillas.
El alcohol polivinílico se sigue utilizando hoy en día en diversas soluciones humectantes para lentes de contacto.
Años 70
Durante esta época se comenzó a experimentar con nuevos polímeros que conseguían una mayor permanencia en la superficie ocular. Este será un punto de inflexión en la investigación del ojo seco, ya que se conseguirá mantener el efecto de las lágrimas artificiales durante mucho más tiempo, actuando hasta hora y media después de haber sido aplicadas.
Años 80
Durante los años 80 la evolución continuó, comenzando las pruebas con sustancias algo más densas como los derivados de la vaselina para aliviar los síntomas de ojo seco más severos durante la noche.
Este tipo de pomadas se aplicaban en dosis muy pequeñas (del tamaño de un grano de arroz) y hacían su función lubricante durante la noche, siendo administradas justo antes de dormir para no afectar a la correcta visión, ya que la alta densidad de las mismas provocaba visión borrosa.
¿Sabías que existen alimentos y plantas naturales que pueden tener efectos adversos en nuestra visión?
Otro de los grandes hitos de esta década fue la comercialización de Lacrisert, unos pequeños insertos o “implantes” que se aplicaban creando una “bolsa” en el párpado inferior de la cavidad ocular. Estas pequeñas bolitas de hidroxipropil celulosa duran aproximadamente 8 horas al día y han aliviado el ojo seco severo a cientos de miles de personas en el mundo.
Actualidad
La proliferación de marcas, envases y composiciones ha sido más que evidente durante estos últimos años, poniendo al oftalmólogo en serios aprietos para elegir la lágrima más adecuada para cada paciente.
Sin duda la gran evolución de estos últimos años se ha producido con las lágrimas artificiales sin conservantes, que reducen al mínimo la toxicidad asociada sobre el epitelio córneo-conjuntival.
Lo que empezó con envases monodosis libres de conservantes hoy en día se ha convertido en colirios de 10 o 15 ml de compuesto estéril y sin conservantes que pueden durar abiertos hasta 6 meses. Toda una mejora en cuanto a comodidad y salud para los usuarios de lágrimas artificiales.
Y esperemos que esto solo sea el principio de una gran revolución que realmente pueda mejorar la vida del paciente durante más tiempo y con el menor número de aplicaciones posibles.
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